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Luchando por mis adaptaciones en la universidad

Publicado
julio 25, 2019
Por
Angel
Tipo
Voces de la comunidad
Un joven moreno está sentado en su silla de ruedas. Lleva un suéter gris con expresión neutra.

Mi transición al instituto universitario ha sido difícil, sobre todo porque no he podido conseguir adaptaciones importantes a tiempo. Apelo al personal y a los administradores del instituto universitario, incluso a los que no trabajan en las oficinas de accesibilidad de su centro, para que presten mayor atención, tengan mayor compasión y defiendan a sus estudiantes con discapacidades.

Quiero compartir una de mis experiencias para ilustrar este escandaloso problema. Necesitaba un baño accesible. Al principio, mis clases estaban programadas de manera que pensaba que no necesitaría el baño en el campus. Sin embargo, eso no era realista en absoluto. Un día, fui al baño “accesible” más cercano. Había dos lavabos y dos urinarios. Un lavabo era alto y el otro bajo, al igual que los urinarios. Solo había un cubículo con espacio suficiente para mi silla, pero yo necesitaba sobre todo una mesa eléctrica. Enseguida fui a la Oficina de Estudiantes con Discapacidades (Office for Students with Disabilities, OSD en sus siglas en inglés) para preguntar si había otro baño que podría usar, pero me dijeron que debía programar una reunión con el Director para tratar el tema. No tuve más remedio que llamar a mi padre para que me llevara a casa y así poder ir al baño. Todavía tenía que volver al campus para ir a clase dos horas más tarde.

Durante nuestra reunión, le mostré al Director de la OSD el baño que intenté usar y me dijeron poco después que había una orden para darme mi propia llave y mesa. Cuando pedí actualizaciones periódicas, me enteré de que no tendría acceso a estas adaptaciones hasta el final del año escolar. Me decepcionó mucho y tuve muchas experiencias dolorosas. Mi padre tuvo que llevarme de forma urgente a casa durante todo el semestre. Sentí mucha ansiedad al respecto y pregunté sobre el estado del baño cada semana. En mayo, al fin la adaptación del baño estaba lista, pero no para uso privado. Era público para otros estudiantes. Estaba bien con eso.

Las solicitudes de adaptación, a veces, funcionan. Por ejemplo, se cambió el edificio de mi clase, lo que redujo en gran medida mi estrés al cruzar una calle peligrosa que podría hacer que me cayera de la silla. Pero sin el baño accesible, soporté un inmenso dolor e incomodidad, que afectó negativamente mi concentración. Sin embargo, perseveré y me defendí a mí mismo. Aun así, logré ser elegible para el programa de honores de mi escuela. También estoy orgulloso de que las adaptaciones por las que luché van a ayudar a los futuros estudiantes con discapacidades de primer año o a los que se transfieran.

Solo pido que los administradores de las universidades trabajen mucho y piensen más en crear campus accesibles. Yo recomendaría escuchar con regularidad a sus estudiantes porque cada discapacidad y cada necesidad es diferente.